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Me enfadé, como se enfada uno siempre que un fallo le hace ser consciente de la insuficiencia e imperfección de las fuerzas mentales,
aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras,
de todas las pasiones humanas tal vez sólo conocía una, por cierto, la más humana de todas, la vanidad.
nuestro cerebro, ese mecanismo de conexión creado con la más sutil de las sustancias, ese fino instrumento de precisión mecánica acorde con nuestro saber, es tan delicado que una venilla obstruida, un nervio afectado, una célula cansada, una molécula un poco desplazada bastan para hacer enmudecer la armonía más extraordinariamente completa, la armonía esférica de una mente.