ya no eres la persona que fuiste alguna vez, pues la persona que vivió entre esa gente, que apreciaba esto, que eligió aquello, que escribía de esa forma, ya no existe. Sin darte cuenta, has recorrido una enorme distancia; lo extraño se ha vuelto familiar y lo familiar, si no extraño, al menos sí incómodo o inadecuado, una prenda de ropa que ya no te entra.