Por último, exhorto a los hombres que estén leyendo este libro a orar por sabiduría (Stg 1:5-6), a conseguir un trabajo y a casarse. Y a hacerlo pronto. Será bueno para su santificación, para su pureza, para su iglesia y para aquella mujer piadosa que llegará a ser su esposa, aunque es probable que ella ya sea más de lo que ustedes merecen, tal como mi esposa lo fue para mí.