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el señor Knightley era una de las pocas personas que encontraba defectos en Emma Woodhouse y el único que se atrevía a decírselo; y, aunque esto no le resultaba especialmente agradable a la joven, sabía que mucho menos le resultaría a su padre y no quería siquiera dejarle entrever el hecho inaudito de que a alguien no le pareciera perfecta.
Lo que aumenta el valor de sus buenas maneras. Mientras más vieja es una persona, Harriet, más importante es que sus modales sean buenos. Pues con la edad la vulgaridad y la rudeza se hacen aún más intolerables. Lo que en un joven puede pasar es repugnante en la vejez.
Ambos se saludaron al más auténtico estilo inglés, ocultando bajo una calma que parecía indiferencia el sincero afecto que impulsaría a cualquiera de los dos a hacer todo lo que se le pidiera por el bien del otro.

