Para la Navidad siguiente Vicente ya había dejado de creer en el Viejo Pascuero, pero decidió fingir que seguía creyendo. En plan vengativo, pidió tantas cosas que Carla y Gonzalo tuvieron que explicarle que, si bien el Viejo Pascuero era el encargado de comprar y transportar los regalos, unos días más tarde enviaba la factura a los padres, que debían reembolsarle todo vía tarjeta de crédito.