El criticismo del crítico externo se activa por la necesidad de escapar el sentimiento de empeligramiento que se desencadena al socializar. Incluso el pensamiento de relacionarse puede disparar nuestros programas de desaprobación para que así sintamos justificado nuestro aislamiento. Una retirada extensa no obstante, redespierta nuestro hambre relacional y nuestros impulsos por conectar. Esto le da la vuelta al crítico simultáneamente de modo externo a interno. El crítico entonces enumera nuestras inadecuaciones, convenciéndonos de que somos demasiado odiosos con los otros para socializar.
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