Salvar el fuego

by Guillermo Arriaga

«Un arte de burbuja, sin contaminación, sin riesgo, sin acercarse a los márgenes de la sociedad, es un arte desdentado»,

Me dijeron que en la antigua Roma los senadores discutían las leyes sentados en excusados mientras cagaban. Creo que se quedó la tradición de que los senadores hagan pura mierda, ya ven cómo tienen al país.

Cuando tu vida es así, acostumbrado a nunca dejar de escuchar ruidos y a que otros te miren, sientes que ya nada es tuyo. Ni tú mismo eres tuyo. Esa es la cárcel para mí.

«Las clases media y alta viven ahora tan protegidas, su existencia tan controlada, que carecen de cicatrices. Y a falta de cicatrices se tatúan. También por eso la ropa nueva que compran está rota y con desgaste simulado, como si hubiese sido usada por años en trabajos rudos. A estas generaciones les faltan heridas, calle, golpes».

No conté con la muerte. Siempre inoportuna. Inmerecida la mayor de las veces.

Ah, qué puto placer era ese de inventar mundos en papel.

A JC le confiscaron sus escritos y le prohibieron escribir. «No hay nada malo en lo que hago», alegó. Lo había. La palabra asusta al poder.

«Muchos años les tomó a los científicos descubrir que el olvido lo causa un gusano alojado en el cerebro al que le gusta alimentarse de memorias.»

«En la obra de un escritor con talento puedes hallar una frase, una sola, que te cambie la vida. En un escritor mediocre lo más que podrás encontrar es corrección gramatical.»

Cargamos día y noche con nuestra muerte. Es nuestra segunda piel.

No nos dijimos «te amo» con palabras, sí con besos, con caricias, con abrazos. Su abrazo. Carajo, su abrazo que parecía abarcarlo todo. Todo, todo, todo.

Recordé uno de los tantos dichos de mi abuela: «Con dinero baila el perro». Y sí, en este país, toda una jauría estaba dispuesta a bailar.

Eso debe ser lo primero que se le enseñe a un fotógrafo: entender la gravedad de la imagen. Ponerle atención a aquello que la rodea, así se trate de un retrato inocuo.

«Te sobra mundo, pero te falta calle.»