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enflacadero»,
La medicina del plomo.
Aceitaban el biznes para que caminara fluidito.
Ya adivinaba JC que su momento Carta Blanca no le iba a durar (o Kodak moment, o juatever).
«Por fin diste un madrazo bien puesto.»
«Por esa foking razón los feos nos dieron hasta por debajo de las orejas. Nomás faltaba que viniera el foking negro del juatsap a metérnosla.»
«No gastes tus energías en emociones superfluas. Controla tus sentimientos. Son los enemigos del carácter.
Pero hormona mata neurona.
Movimiento no equivalía a progresar.
Varias veces le cuestioné si el liderazgo podía enseñarse. «El carisma es innato. Las habilidades de dirección y gerencia pueden cultivarse», aseveraba.
«El líder autoritario decide sin consultar a los demás, el líder democrático decide basándose en la voluntad del grupo, el líder carismático decide y convence al grupo.
Nada puede expresar mejor la miseria en que creciste que esas treinta horas.
ricaflacaantesgordis
nunca lo escuché decir algo que me asombrara o me incitara a ver la vida desde otra perspectiva.
por qué me casé con él las respuestas serían: porque me complementaba; porque era divertido y me hacía reír; porque era noble y dulce; porque era trabajador y responsable. En palabras de mi madre: «El hombre ideal para casarte». Según ella, yo necesitaba a alguien que no tuviera la cabeza tan enredada como la mía. Requería de alguien con certezas, sin bruscos claroscuros. Me casé a sabiendas de que tendríamos poco en común, que nuestras conversaciones de sobremesa se agotarían con rapidez, que yo no entendería la pasión que despierta una copa Champions y que él nunca se acercaría a una obra de
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«A ese cabrón dale piso» o «enférmalo de plomo».
«Me nutro de sangre y vida. En mis entrañas galopan animales. Oigo dentro de mí el trotar de sus pezuñas. Soy ellos también. Quienes solo rumian vegetales no perciben dentro de sí el fragor de las estampidas».
Cumplía así con los propósitos de la escritura: escribir para compartir, para confrontar, para provocar. Escribir para rebelarse. Escribir para reafirmarse. Escribir para no enloquecer. Escribir para apuñar. Para apuntalar. Para apurar. Escribir para no morir tanto. Escribir para aullar, para ladrar, para tirar tarascadas, para gruñir. Escribir para provocar heridas. Escribir para sanar. Escribir para expulsar, para depurar. Escribir como antiséptico, como antibiótico, como antígeno. Escribir como veneno, como ponzoña, como toxina. Escribir para acercarse. Escribir para alejarse. Escribir para
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Ignoro cuáles son los momentos decisivos para otras mujeres que las hacen percibir un dominio total sobre sí mismas. La certeza del «sí pude». A mí, el acto que me hizo sentir valiente y segura de mí misma, no fue estrenar mi primera coreografía, ni parir a Claudia sin anestesia, fue —por ridículo que suene— cuando me atreví a manejar sola hasta el reclusorio.
Representó vencer no solo miedos personales, sino añejos prejuicios de clase.
«En la obra de un escritor con talento puedes hallar una frase, una sola, que te cambie la vida. En un escritor mediocre lo más que podrás encontrar es corrección gramatical.»
El Sin dedos no se creía puto. «Yo soy el que se la mete y él a mí me la chupa. El joto es él, no yo.»).
Pedro y Julián imploraron a los asistentes a no comportarse como macacos hambrientos frente a un racimo de plátanos. Que no intentaran pegarles un arrimón, que no les gritaran «mamacitas», ni trataran de picarles el culo.
fatilicious.
«Señora, usted se ve de más categoría, más clase, más como totalmente Palacio.»
Pasara lo que pasara, no pensaba separarme de él. Me sentiría a la deriva. Si me atreví a la aventura con José Cuauhtémoc, fue por la certeza de a dónde y a quién regresar.
Los bocones, los faroles, los que cacareaban, los que restregaban cuanto billete les sobraba tendían a valer madres. Los bosses truchas se mantenían fuera del radar. No rayaban llanta en trocas chingonzotas, no se vestían como guacamayas, ni andaban pidiendo corridos en su honor a piteros grupitos musicales.
«El fin de la raza humana será que —eventualmente— morirá de civilización.»
(Al parecer compensabas tus abusos comprándole zapatos. Suena a cliché, pero ambos lo cumplían a cabalidad. Vaya manera de lavar tus culpas, don Tacón.)
«Lobos rondan tu cama en espera de que sueñes con ovejas»,
Vivía con un constante sobresalto y un imparable remordimiento.
«Te sobra mundo, pero te falta calle.»
el miedo a que le metieran un balazo por la espalda debía guiar sus elecciones.
«No importa el tamaño del perro en la pelea, sino el tamaño de la pelea dentro del perro»
Bien decía Borges: «Todo encuentro casual era una cita».
«Deja tu corrección política de niña bien con culpas de clase. Mañana a las ocho te recogen Rocco y los muchachos.»
Me detuvo con un gesto de la mano. «No quiero volver a saber de ti en mi vida. Eres una estúpida, Marina.» Su dureza me sacó de balance. «Está bien», le dije y musité un «perdón». Entre las sombras vislumbré una sonrisa sardónica. «Estás más allá del perdón.»
Halloween turbo.
Sentí pena por Claudio, quien debería capotear la humillación pública por mi huida con otro, para colmo, un asesino.
cuicos
Le quité la vida a otro y al quitársela me la quité a mí mismo. Sin manera de devolvérsela ni de devolvérmela. Ni un solo muerto vale esta muerte en vida. Nada compensa el momento del disparo o el de la cuchillada o el del garrotazo. No me arrepiento de haber matado al otro, sino de haberme matado yo.

