El destino me trajo a Ohad. Era reconocido por su ojo para detectar talento. Si por la mera reproducción de un video de mala calidad subido a Facebook nos había convocado a participar en el festival en Tel Aviv, es porque había descubierto en nosotros algo único y especial. Mi vida entera esperando una invitación de ese calibre y yo, enamorada hasta las manitas, dudaba en si aceptar o no.

