«A esta gente le faltan horizontes», explicaba Julián, «no pueden imaginar otro mundo que no sea el de la miseria, la injusticia y la impunidad». Según me contó Pedro, el taller creativo coordinado por Julián arrojaba textos desiguales y cándidos, pero de gran nervio. «Ya quisieran esos escritorcitos pretenciosos pergeñar una sola línea de estos cabrones presos.»

