¿Tu disciplina inculcada a garrotazos? ¿Tu afán por hacernos «personas de bien» a base de insultos? ¿Tu violencia incontrolable? ¿Recuerdas aquella tarde que te llamé «papi» y me volteaste una bofetada? «Soy tu padre, ¿entiendes? En tu vida me vuelvas a llamar papi, como si yo fuera un mariquita.»

