More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
La vida de Claudio giraba en torno a los juegos del Real Madrid. Era capaz de interrumpir una junta de consejo o salirse de una boda con tal de aplastarse dos horas frente a la televisión a verlo jugar. Su estado de ánimo lo determinaban los triunfos y las derrotas del Madrid. Me parecía inexplicable su pasión por un equipo de futbol madrileño cuando por Claudio apenas corrían vestigios de sangre española. Él lo aducía a Hugo Sánchez, como les había acontecido a muchos mexicanos.
Como muchos fronterizos, el Máquinas había nacido en el otro lado, pero criado en este. «Soy gabacho puro, enano troncón, con American Passport. Nomás me faltan los bucles blonditos y los blue eyes. Deep at heart, soy sangrecita redneck.» Lo agarró la policía en el DF cuando fue a darle una cepilladita a los sesos de un koolaid. Le disparó a quemarropa en plena maceta. «El bato que me mandaron chingar no sabía de sumas», le explicó a José Cuauhtémoc, «dos más dos dan cuatro, cinco más cinco dan diez y el muy asshole sumaba seis más seis y entregaba cinco. Y eso a los bosses nomás no les
...more
«Allá vive mi chubby yummy, mi fatilicious, mi lonjibuena»,
Por su culpa las plazas se desacomodaban. Le daban matarile a los jefes y ahí tenían a la chiquillada tratando de ganar el control de la zona.
¿Tu disciplina inculcada a garrotazos? ¿Tu afán por hacernos «personas de bien» a base de insultos? ¿Tu violencia incontrolable? ¿Recuerdas aquella tarde que te llamé «papi» y me volteaste una bofetada? «Soy tu padre, ¿entiendes? En tu vida me vuelvas a llamar papi, como si yo fuera un mariquita.»
«Yo aguanté peores cosas cuando era niño, así que no se quejen. Solo así se van a hacer hombres.» Y cuidado nos lamentáramos. Eso significaba más golpes, más días encerrados en las jaulas. Ni mamá ni Citlalli podían defendernos. Les reventabas la boca con un puñetazo. Los cuatro debíamos callar y obedecerte. Asegurabas hacerlo por nuestro bien. Nos preparabas para ser soldados y resistir los rigores de la vida.
«La letra con sangre entra», solías decirnos.
«Ustedes no saben aún qué se siente ser expulsado de un restaurante por indio, que no puedas laborar en una empresa por indio, que te rechacen en una escuela por indio, que te vean feo por indio, que te insulten por indio, que se burlen de ti por indio.»

