Blanca me confesó muchos años después que ella había estado enamorada de mí casi desde el primer día, pero que, como yo nunca había movido ficha, había decidido pasar página. Me lo contó durante una cena de aniversario y la complací respondiéndole que yo también sentía lo mismo, pero había tenido miedo a cargarme nuestra amistad. En aquel momento no fui consciente de que era una mentira piadosa, pero ahora sé que lo fue.

