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En una palabra, en realidad no debe su grado de antigüedad al tiempo; y ésta es una observación que pretende aludir y señalar la extraña dualidad natural de este elemento.
nos inclinamos a pensar que sólo es verdaderamente ameno lo que ha sido narrado con absoluta meticulosidad.
Con sus grandes ojos negros y el pequeño bigote sobre unos labios carnosos y bien perfilados, se hubiera dicho que era realmente guapo de no tener las orejas de soplillo. Esas orejas habían sido su única preocupación, el único gran dolor de su vida, hasta cierto momento. Ahora tenía otros problemas.
Sin embargo, en el cuerpo seguía teniendo frío, y en todos sus miembros latía una especie de desasosiego extrañamente eufórico que, al mismo tiempo, le atormentaba un poco.
que era la persona más inculta que jamás había conocido. Decía «desinfeccionar», y, además, muy convencida.
la muerte era de una naturaleza piadosa, significativa y tristemente bella, es decir, espiritual; pero, al mismo tiempo, también poseía una segunda naturaleza, casi contraria, muy física y material que, desde luego, no se podía considerar bella, ni significativa, ni piadosa, ni siquiera triste. La