diego rueda

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No tiene sentido orar para obtener la victoria frente a la tentación si no estamos dispuestos a adoptar el compromiso de decir “no”. Solo aprendiendo a rechazar la tentación podremos hacer morir las obras de la carne en nuestra vida. Aprender a hacer esto resulta generalmente un proceso lento y penoso, lleno de fracasos. Los antiguos deseos y hábitos pecaminosos no son fáciles de erradicar. Para poderlos romper se requiere persistencia, a menudo con pocas muestras de éxito. Pero este es el camino que debemos andar, por penoso que pudiera resultar.
En pos de la santidad
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