uno de los motivos por los que hay que redistribuir la riqueza en la medida de lo posible es que no tenemos tanto derecho a lo que poseemos como a menudo nos parece. El esfuerzo y el trabajo merecen recompensa, por supuesto, pero si me hubiera esforzado el doble en Chad que en España, difícilmente habría alcanzado un resultado que valiera el doble.