El liberalismo asegura defender al individuo, pero no es cierto: defiende a la corporación y deja al individuo indefenso y sin libertad de elección real.
Aquí cabe citar a la Bruja Avería: Garfios, pilas y desechos, soy el derecho; velo porque todo esté bien hecho, los pobres duerman en catre y los ricos en lecho, unos vivan en palacios y otros no tengan techo. Defiendo los derechos individuales, o lo que es lo mismo, a los grandes capitales. Protejo la iniciativa privada, es decir, que unos lo tengan todo y otros no tengan nada.