La atmósfera está saturada de desastres, frustración, futilidad. Rascarse y rascarse... hasta que no quede piel. Sin embargo su efecto en mí es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero ver el mundo escacharrado, quiero que todo el mundo se rasque hasta morir.