Me alegra haber sido yo quien la invitó. A cierta edad, una madre y un hijo, si son capaces de dejar momentáneamente sus roles habituales, se convierten en una mezcla de amigos, compinches, novios, socios. Para lograr tal metamorfosis nada como un viaje: el desplazamiento libera, diluye los prejuicios y taras con que nos conducimos en nuestra casa, nuestra ciudad, nuestro país.