Platón sabía muy bien lo que decía. Nunca le gustó la democracia ateniense, que en su opinión quedó retratada con el asesinato de Sócrates. Quería instaurar un modelo político inmutable, en el que no hicieran falta nunca más cambios sociales ni impúdicos relatos que socavasen los cimientos morales de la sociedad. Había vivido tiempos convulsos y traumáticos en Atenas. Deseaba estabilidad, deseaba el gobierno de los sabios y no el de la necia mayoría. Si ese inmovilismo solo podía ser defendido por un régimen represivo, adelante.

