Creo que la gran originalidad de los sabios de la Biblioteca de Alejandría no tiene que ver con su amor por el pasado. Lo que los hizo visionarios fue entender que Antígona, Edipo y Medea —esos seres de tinta y papiro amenazados por el olvido— debían viajar a través de los siglos; que no se podía privar de ellos a millones de personas todavía por nacer; que inspirarían nuestras rebeldías, que nos recordarían lo dolorosas que pueden ser ciertas verdades, que revelarían nuestros pliegues más oscuros;

