Cuando llegaban a la adolescencia, entre los trece y los dieciocho años, aprendían el arte de la guerra de sus amantes adultos —la pederastia griega tenía función pedagógica—. Aquella sociedad consentía el amor entre combatientes maduros y sus jóvenes elegidos, siempre de alto rango. Los griegos creían que la tensión erótica incrementaba el valor de ambos:

