Por aquel tiempo, ser poeta era un asunto de suelas gastadas, de polvo de los caminos, del instrumento a la espalda, de recitales al caer la noche y ritmo en el cuerpo. Aquellos artistas caminantes, los andrajosos enviados de las musas, sabios bohemios que explicaban el mundo en canciones, mitad enciclopedistas y mitad bufones, son los antepasados de los escritores. Su poesía vino antes que la prosa, y su música, antes que la lectura silenciosa. Un Nobel para la oralidad. Qué antiguo puede llegar a ser el futuro.

