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Kindle Notes & Highlights
Toda biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad.
La lectura, como una brújula, le abría los caminos de lo desconocido.
frente a sus antepasados inertes y rígidos, el libro fue desde el principio un objeto flexible, ligero, preparado para el viaje y la aventura.
La guarida donde protegemos todo aquello que tememos olvidar. La memoria del mundo. Un dique contra el tsunami del tiempo.
Florecieron al mismo tiempo el escepticismo y la superstición; la curiosidad y los prejuicios; la tolerancia y la intolerancia.
Sus posturas, actitudes y gestos son distintos de los nuestros y al mismo tiempo los recuerdan: la espalda se comba ligeramente, el cuerpo se agazapa sobre las palabras, el lector se ausenta de su mundo por un momento y emprende un viaje, transportado por el movimiento lateral de sus pupilas.
un acto de resistencia frente al olvido irrevocable de las palabras.
cuerpos habitados por las palabras, pensamientos tatuados en la piel.
Solo en su catálogo, la colección sobrevive a su propio naufragio.
Admiro a esos cientos de miles de personas que aún confían en el futuro de los libros o, mejor dicho, en su capacidad de abolir el tiempo.
el conocimiento de cada uno sería un archipiélago mínimo en el inconmensurable océano de su ignorancia.
Nos pasamos la vida haciendo listas, leyéndolas, memorizándolas, rompiéndolas, arrojándolas a la basura, tachando los objetivos cumplidos, aborreciéndolas y amándolas.
—cuánto tardamos en reconocer a quienes nos van a cambiar la vida—.
quien ama crea la belleza; no se rinde a ella como suele pensar la gente.
Porque solo entenderemos nuestra identidad si la contrastamos con otras identidades. Es el otro quien me cuenta mi historia, el que me dice quién soy yo.
Lo elegante era el ocio —es decir, el cultivo de la mente, la amistad y la conversación; la vida contemplativa—.
Deseaba estabilidad, deseaba el gobierno de los sabios y no el de la necia mayoría.
No por eliminar de los libros todo lo que nos parezca inapropiado salvaremos a los jóvenes de las malas ideas. Al contrario, los volveremos incapaces de reconocerlas.
Destruir un libro es, literalmente, asesinar el alma del hombre».
Donde los documentos se eliminan y los libros no circulan libremente, es muy fácil modificar a placer, impunemente, el relato de la historia.
«Prefiero una amante que haya sobrepasado la edad de treinta y cinco años y encuentre ya cabellos canos en su melena: que los apresurados beban el vino nuevo; a mí me gusta más una mujer madura que conoce su placer. Tiene experiencia, que constituye todo el talento, y conoce en el amor mil posiciones. La voluptuosidad en ella no es falsa. Y, cuando la mujer goza al mismo tiempo que su amante, es el colmo del placer. Odio el abrazo en que uno y otra no se dan enteramente. Odio esas uniones que no dejan exhaustos a los dos. Odio a una mujer que se entrega porque hay que hacerlo, que no se
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separado de todo lo que en su opinión hacía la vida digna de vivirse: amigos, amor, libros, conversaciones y, sobre todo, paz.
También la subversión forja clásicos.
«las mujeres tienen el mismo poder intelectual que los hombres, y la misma capacidad para las acciones nobles y generosas».
Los censores de todas las épocas corren el peligro de desencadenar un efecto contraproducente, y esta es su gran paradoja: dirigen los focos de atención precisamente sobre aquello que pretendían ocultar.
«No sé qué envidia secreta corta el hilo de nuestras esperanzas».
la historia no la escriben tanto los vencedores como la gente pudiente, esa pequeña fracción de la humanidad que dispone del tiempo, el ocio y la educación necesarios para permitirse reflexionar.
Hechos que se pagarían con la pena de muerte los elogiamos porque los comete quien lleva insignias de general.
La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción.

