Eduardo Arriagada

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Las bibliotecas más antiguas de las que hay noticia, en el Próximo Oriente —Mesopotamia, Siria, Asia Menor y Persia— también lanzaron maldiciones contra los ladrones y destructores de textos. «A aquel que se apropie la tablilla mediante robo o se la lleve por la fuerza o haga que su esclavo la robe, que Shamash le arranque los ojos, que Nabu y Nisaba lo vuelvan sordo, que Nabu disuelva su vida como el agua».
El infinito en un junco
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