En su Historia de la lectura, Alberto Manguel escribe: «Por todo el Sur de Estados Unidos, era frecuente que los propietarios de las plantaciones ahorcasen a cualquier esclavo que tratase de enseñar a otros a deletrear. Los dueños de esclavos (como los dictadores, los tiranos, los monarcas absolutos y otros ilícitos detentadores del poder) creían firmemente en la fuerza de la palabra escrita. Sabían

