Cozby Ramirez

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En el siglo V a. C., el formidable sofista Gorgias escribió: «la palabra es un poderoso soberano; con un cuerpo pequeñísimo y del todo invisible, ejecuta las obras más divinas: quitar el miedo, desvanecer el dolor, infundir alegría y aumentar la compasión». El eco de estas ideas griegas resuena en la que me parece una de las frases más bellas del evangelio: «una palabra tuya bastará para sanarme».
El infinito en un junco
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