Marcial fue un poeta cómico, irreverente, sin sentimentalismos, interesado en la dimensión material de las cosas y su enorme poder para definir a las personas que las poseen. Cuando en sus poemas mencionaba libros, no eran símbolos abstractos del talento literario, sino objetos concretos que se regalaban para escalar socialmente o se vendían en las librerías. Esos libros, que en la obra de Horacio y Ovidio encarnaban la inmortalidad del acto creativo, en sus epigramas aparecían como libritos perecederos, manoseados, baratos o caros, muchas veces defectuosos por culpa de la prisa del copista, a
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