Eran libros de todos los tipos (de papiro o de pergamino, rollos o códices que cabían en una mano o que viajaban junto con su lector; libros que son la mercancía con la que gana o pierde dinero un liberto —su vendedor—; libros de éxito que todos quieren leer gratis, pero por los que no están dispuestos a pagar; libros sin lectores que acaban en una negra cocina usados para envolver con sus hojas unas crías de atún o convertidos en un cucurucho para guardar la pimienta).

