Valentina

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partir del modelo fenicio, él inventó, para su lengua griega, el primer alfabeto de la historia sin ambigüedades —tan preciso como una partitura—. Comenzó por adaptar en torno a quince signos fenicios consonánticos en su mismo orden, con un nombre parecido (aleph, bet, gimel… se convirtieron en «alfa», «beta», «gamma»...).
El infinito en un junco
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