Katie Sanchez Ch

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Nuestra «D» representaba en origen una puerta, la «M» el movimiento del agua, la «N» era una serpiente y la «O» un ojo. Todavía hoy, nuestros textos son paisajes donde pintamos —sin saberlo— el oleaje del mar, donde acechan peligrosos animales y miradas que no pestañean.
El infinito en un junco
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