Earl Hall

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En la época de Sócrates, los textos escritos aún no eran una herramienta habitual y todavía despertaban recelos. Los consideraban un sucedáneo de la palabra oral —liviana, alada, sagrada—. Aunque la Atenas del siglo V a. C. ya contaba con un incipiente comercio de libros, no sería hasta un siglo después, en tiempos de Aristóteles, cuando se llegase a contemplar sin extrañeza el hábito de leer.
El infinito en un junco
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