Earl Hall

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En la infancia balbuceante de la escritura, las voces que narraban historias abandonaron la niebla del anonimato. Los autores deseaban ser recordados, vencer la muerte con la fuerza de sus relatos. Sabemos quiénes son. Nos dicen sus nombres para que los salvemos del olvido. A veces, incluso salen de los bastidores del relato para hablar en primera persona, un atrevimiento que nunca se permite el invisible narrador de la Ilíada y la Odisea.
El infinito en un junco
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