Échale un vistazo a Instagram. ¿No tienes? Bueno, tampoco te vayas a abrir una cuenta para comprobar esto. Pero… seguro que sabes a lo que me refiero. Vidas perfectas. Vidas de lujo. Fotos en las que casi se puede acariciar esa nebulosa fantástica de las vidas de ensueño. Purpurina, brillantina, cada cabello en su sitio. Sí, en las redes sociales, muchas veces, se vende una perfección irreal que nos empuja a buscar algo que en realidad no existe.

