—Ni siquiera me he dado la oportunidad de decírmelo a mí y creérmelo. O asumirlo. No sé cuál es la palabra. —No me miraba cuando hablaba—. Solo sé que si insisto, si te digo que te quiero, que me he enamorado de ti, que siento algo más que el vínculo entre dos amigos…, todo cambiará. Porque ¿qué sentido tiene que no quiera intentarlo si todo eso es verdad? No tiene ninguno.

