—No. Como una puñetera obsesión que no podía controlar. Como si fueras mía y tuviera que protegerte. —Le lanzó su mirada que decía «quiero follarte hasta que grites»; oleadas de deseo emanaban de Simon. «¿Debería molestarme que Simon haya estado observándome y siguiéndome como una especie de acosador? Tal vez debería molestarme, pero no es así».