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Se duerme mucho mejor después de un buen polvo. —Joder, poli —se ríe Olga—. Tú siempre listo para disparar.
La mitad de un libro la pone el escritor, la otra mitad la pones tú.
Dios y el diablo son dos caras de la misma moneda, y que quien tiene mucha relación con Dios acaba teniéndola con el diablo...
esto de retrasarse es una falta de respeto, ese tipo de cosas a las que recurre, para hacerse la interesante, la gente que no tiene ningún interés.
La valía de un hombre se mide por la cantidad de enemigos que tiene. Y
La gente se queja siempre del que manda, y con razón. Para eso está el que manda: para que los que no mandan se quejen de él.
La gente pobre es más fuerte que la rica, sobre todo si encima tiene la mala suerte de ser huérfana y de conocer una guerra en su infancia,
Un idiota y un inútil. Naturalmente, como todos los idiotas y los inútiles, tiene un concepto muy elevado de sí mismo, pero eso es lo que es.
Lo sencillo es eficaz, lo complicado es ineficaz.
Pascal dice que creer en Dios es una apuesta segura: si pierdes, no pierdes nada; si ganas, lo ganas todo...
En nuestro oficio hay que aprender a convivir con la frustración. En el suyo y en el mío. Y en cualquiera. Como decía uno de mis maestros, en eso consiste la vida civilizada: en aprender a convivir de manera razonable con la frustración.
Pero antes que independentista soy policía, y los policías estamos para hacer cumplir la ley, o sea para hacer lo que digan los jueces, no lo que nos salga de los cojones. Y si los putos jueces me ordenan que cierre los colegios, yo me pongo en primer tiempo de saludo, me meto mi independentismo por el culo, cierro los colegios y en paz.
Mire, hacer justicia es bueno. Para eso nos hicimos policías. Pero lo bueno llevado al extremo se convierte en malo. Eso he aprendido en estos años. Y también otra cosa. Que la justicia no es sólo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? —Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante—. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.
Puede acaso el destino ser malo como un ser inteligente, y llegar a ser monstruoso como el corazón humano?»—,
las heridas de verdad son las otras. Las que nadie ve. Las que la gente lleva en secreto. Ésas son las que lo explican todo, pero de ésas nadie habla.
Odiar a alguien es como beberte un vaso de veneno creyendo que así vas a matar a quien odias.
Mi padre decía que esto del matrimonio es como un castillo asediado: los que están fuera quieren entrar y los que están dentro quieren salir.