De fondo hay dos conclusiones hasta este punto. Por un lado, no hay una relación proporcional entre violencia y presencia de organizaciones ilegales. El sentido común diría que donde había alta violencia y luego disminuye abruptamente es porque la situación institucional mejora y, por ende, hay un éxito de las políticas de seguridad del Estado. Mientras que donde la violencia es alta, todo va mal. Pero lo que nos enseñó el fenómeno paramilitar es que las caídas abruptas en la violencia son producto de la dominación de una sola organización criminal.