Eso fue lo que dije en ese momento. Cuando reflexioné más tarde, me di cuenta de que tal vez mi mejor versión no sea la pulida. Quizá mi mejor versión es cuando soy lo bastante abierta para hablar más de mis dudas o ansiedades, admitir mis errores, confesar cuando me siento abatida. Así la gente se puede sentir más cómoda con su propio desastre, y se crea una cultura más fácil donde vivir.