Laura Fonseca

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Al llegar al pueblo, no fue bienvenida. La gente se mostraba hostil y desconfiada ante los forasteros, sobre todo ante mujeres jóvenes con ideas para mejorar las cosas. De algún modo, esa joven mujer poseía la sabiduría de una anciana de pueblo. Fue de puerta en puerta a presentarse a los lugareños. Asistió a todos los acontecimientos de la comunidad. Compraba el periódico local y lo leía en voz alta a las personas que no supieran leer. Cuando la electricidad llegó al pueblo, ahorró dinero y compró un minúsculo televisor e invitó a todo el mundo a ver la televisión con ella.
No hay vuelta atrás: El poder de las mujeres para cambiar el mundo (Spanish Edition)
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