Todo eso solo le sirve para endurecer su corazón: él no para de moverse y suplicar; la gente pasa por su lado, pero nadie le presta atención. Tienen el corazón de piedra y sus palabras son crueles: «¡Fuera! ¡Largo de aquí! ¡Deja ya de molestar!». Eso es lo que oye decir a todo el mundo, y el corazón del niño se endurece,