Este lapso de tiempo entre la causa y el efecto puede crear la ilusión de que las buenas acciones no obtienen recompensa y las malas acciones no reciben castigo, cuando en realidad nada podría ser más erróneo. Es probable que lleve días, semanas, meses, décadas o hasta vidas, pero las acciones siempre tienen consecuencias y las causas siempre tienen efectos. Cada semilla que plantamos—esté inspirada por la Luz o por el Oponente—se revelará en un momento futuro como un árbol en nuestro jardín.

