Macarena

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Ninguno de nosotros sabía exactamente cómo funcionaría el plan, pero cada uno pensó que su vecino sí lo sabía. Y si alguien tenía dudas, se sentía culpable y mantenía la boca cerrada, porque ellos parecían decir que quien se opusiese al plan era un miserable gusano de mal corazón, y no un ser humano.
La rebelión de Atlas (Colección Ayn Rand)
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