Ha igualado virtud con dolor, y sentirá que el vicio es el único reino de placer. Luego gritará que su cuerpo tiene sus propios deseos perversos, los cuales su mente no puede dominar, que el sexo es pecado, que el verdadero amor es una pura emoción del espíritu. Y entonces se preguntará por qué el amor le trae sólo aburrimiento, y el sexo..., sólo vergüenza.