era la autoestima de él lo que ella había intentado destruir, sabiendo que un hombre que rinde su valor está a merced de la voluntad de cualquiera; era la pureza moral de él lo que ella se había esforzado por quebrantar, era la segura rectitud de él lo que ella había querido destrozar por medio del veneno de la culpa; como si, de haber llegado él a desplomarse, su depravación le diera a ella derecho a la suya.