«Nuestros hijos tendrán la piel del color de los caminos que mis padres recorrieron para traerme hasta ti, Dorita, y sus ojos serán libres y verdes como las montañas que nos rodean y nos aprietan en las tardes, y les pondré el nombre del río que nos lleve lejos de este lugar, serán listos como tú y tendrán tu acento grabado en el corazón, y sabrán buscar su sitio y quedarse en él cuando lo encuentren, Dorita, como nosotros, porque les enseñaremos que el amor no espera, se queda cuando él decide».

