En tanto que el enemigo trabaja horas extra para mantenernos adictos a los gustos pasados, Dios, sin cesar, nos da forma a través de sabias cantidades de bendición y corrección para hacernos desear lo que es realmente bueno para nosotros, hasta que lleguemos a «[gustar] y [ver] que es bueno Jehová» (Sal. 34:8). Rehúsa ofrecernos cualquier cosa que excite nuestras obsesiones anteriores, sabiendo que si alguna vez viviremos como hombres y mujeres libres, necesitamos comenzar a comer como tales.

