¿Qué te ha pedido que hagas, digamos, en las últimas 24 horas? ¿Lo estás haciendo? ¿Obedeces lo que te ha dicho o evades Sus instrucciones tal vez sólo para demorar la obediencia? Acatar o no Sus órdenes puede ser lo que determine si nos sentamos en Su regazo o bien frente a Él. ¿Vale la pena arriesgarse?

