intermedios. Los «uno en un millón» saben que Dios los ha puesto allí —en ese lugar particular, en ese momento particular— con ciertas cosas que deben experimentar. No temen vivir en los tiempos intermedios de perfeccionamiento, porque los músculos que están adquiriendo en el desierto los ayudarán a estar en forma en la carrera hacia la tierra prometida. Valdrá la pena. Lo saben. ¡Oh Señor, hazme «uno en un millón»!

