Sara

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Entonces, cuando Moisés —que estaba tan sediento como todos los demás—probó por sí mismo el agua amarga y oyó las escandalosas quejas de la multitud, no amenazó con el puño ante tanta mala suerte. Sabía cómo manejar la amargura. Su primera reacción fue clamar al Señor, el único lugar de donde sabía que podía recibir ayuda. «Y Jehová le mostró un árbol» (Ex. 15:25).
Uno en un millón: Viaje a tu Tierra Prometida (Spanish Edition)
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